Una
aldaba es una pieza de metal que se pone en las puertas para llamar dando golpes.
Las primeras aldabas en la
Edad Media fueron martillitos suspendidos de las hojas de las puertas por la parte exterior. La forma más típica y bien antigua es la de
argolla en las más antiguas de hierro generalmente unida a una cabeza de
bronce.
Se golpeaba con ellas sobre una cabeza de clavo bastante gorda. Servían
además como tiradores y en las puertas de algunas iglesias eran un
signo de
asilo que se requería asiéndose de dicha anilla.
De tan antigua costumbre habla
San Gregorio de Tours. Dicha cabeza era de león o de
grifo o de
quimera. De león eran, por ejemplo, las de los llamadores de la portada de la
catedral de Puy-en-Vélay del
siglo XI y otra del siglo XIII de la puerta occidental de la
catedral de Noyón.
Esta clase de llamadores se destinaron especialmente a las puertas de
las iglesias sin duda porque así lo pedía la tradición del derecho de
asilo.
La forma de martillo se usó más en las casas particulares. Los más
antiguos eran sencillísimos y estaban adornados con grabados a
buril. Del
siglo XV,
existen muchos ejemplares de hierro forjado entre los cuales los hay
preciosos delicadamente forjados y cincelados y con escudo pintado de
los colores heráldicos correspondientes. Andando el tiempo, esas aldabas
cayeron algo en desuso y sólo se conservaron para las puertas de las
habitaciones rurales. Se sabe que en las puertas de los
castillos
hubo aldabas sin duda no adheridas más que a las hojas de las poternas
sin puente levadizo o a las puertas de las murallas exteriores.
Aldaba con forma de león.
En España, se conservan todavía muchas puertas de iglesias y de casas
señoriales notabilísimos ejemplos de aldabas y aldabones muchos de
ellos de valor artístico. La forma más antigua y también más usual fue
la de argolla suspendida bien de una anilla bien de una cabeza de león o
grifo que se destaca en el centro de una placa circular o en el vértice
de un cono cuya base está sobre la puerta. La argolla suele estar
facetada de cuatro caras adornadas con labor lineal grabada que se
repite generalmente en el disco. Se descubre en todos los caracteres de
estos aldabones una influencia del arte árabe.
En la
catedral de Bayona
de Francia hay un ejemplar muy notable en hierro de trabajo español muy
rico de adorno de cabeza de grifo que con la boca sujeta a aquélla.
Parece datar del siglo XIII y sin duda, el tipo artístico persistió en
el XIV pues en la península abundan ejemplares que solo varían en el
tamaño. En muchos de ellos como en la puerta
mudéjar (siglo XIV) de la sacristía de los Cálices en la
catedral de Sevilla la cabeza del grifo destaca del centro de una estrella. Mucho más antiguo, del siglo XI, es el aldabón de la puerta árabe del
castillo de Daroca que hoy se encuentra en el
Museo Arqueológico Nacional
de España. Consiste en una simple argolla pendiente del vértice de un
cono todo de hierro. Otra forma muy susual es la de tirador formado por
un grueso hierro curvado de modo que sus extremos revuelven hacia fuera
pasando por dos anillas o abrazaderas de suspensión.
En
Ávila,
hay algunos ejemplares y también en casas modestas, de unas aldabas que
hacen de tirador por lo que ofrecen dos semicírculos en la parte por
donde se ase. En
Toledo, abundan más los de argolla. También los hay de argolla en
Barcelona.
El
Renacimiento produjo también bellos llamadores en cuya composición extremaron su arte los cerrajeros. El tema más común es dos
S contrapuestas. También se hicieron, aunque por excepción, aldabones de piedra. Buen ejemplo de ello son los dos de
serpentina compuestos de una gran argolla suspendida de las fauces de un león que pertenecieron al palacio de
Carlos V en
Granada y que también se encuentran en el Museo Arqueológico Nacional.