BRASERO
El brasero doméstico metálico era un recipiente cóncavo provisto
generalmente de una tapa con hendiduras por las que salía el calor o
bien, los más modestos, de una alambrera metálica para no
quemarse. Para evitar el contacto con el suelo, los modelos caros
incluían un pie o soporte. El combustible por excelencia era el cisco o picón, un tipo de carbón vegetal muy menudo y de larga combustión.
El brasero se colocaba en el centro de las habitaciones o debajo de unas mesas especiales, llamadas mesas camillas,
sobre una tarima de madera perforada en el centro para encajarlo, que
también servía de reposapies. Para reavivar el fuego se utilizaba un
instrumento metálico llamado badila,
que consistía en un mango y una paleta redonda, doblemente perforada en
su borde superior; cuando la combustión languidecía y bajaba el calor, se echaba una firmita, es decir se removía con la badila
con sumo cuidado. A las personas que pasaban mucho tiempo sentadas en
la mesa camilla, le salían en las piernas una especie de manchas o
vejigas muy incómodas, las llamadas cabrillas.[9]
Considerado un ingenio peligroso dentro de la vivienda por el hecho
de generar brasa sin estar perfectamente protegido y de producir "tufo",
fue causa de incendios frecuentes, principalmente al entrar en contacto
con las faldas de la mesa camilla y diversas prendas de las personas.
Sin embargo, el peligro más grave era la posibilidad de envenenamiento
por emisión de monóxido de carbono (el mencionado "tufo"), especialmente en habitaciones poco ventiladas.
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